El día de la rendición

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Newell’s decidió abandonar por inferioridad numérica faltando 25 minutos un partido que pasó a la historia y que dejó secuelas en ambos bandos. Aquí comenzó el romance entre Miguelo y la Acadé. Central ganaba 4-0 y la Lepra agotó los cambios dejando al lesionado José Herrera en cancha para que el juez finalice el encuentro.

La historia de amor entre el mítico técnico de Rosario Central y el club de Arroyito nació con los acontecimientos que tuvo este partido ya que fue el momento exacto en el cual Miguel Ángel Russo se metió por primera vez en el corazón del hincha de Central que le permitieron transformarse en un Canalla más por el resto de su vida.

Miguelo es un hombre identificado plenamente con Estudiantes de La Plata ya que allí se formó, jugó en primera, fue campeón y se convirtió en un símbolo del Pincha. Ese amor dura hasta el día de hoy. El caso de Russo es muy parecido al de Ángel Labruna, el máximo ídolo de River Plate que adoraba a Rosario Central. El Feo consiguió el primer título profesional para la Acadé, el Nacional 1971.

Ese caluroso domingo 23 de noviembre de 1997 las 40.000 almas que coparon el Gigante de Arroyito vivieron un día inolvidable y fueron testigos de la historia que se escribía frente a sus ojos. Este encuentro marcó un antes y un después en la historia de los clásicos porque Newell’s decidió abandonar el mismo cuando perdía 4-0, tenía siete hombres en el campo de juego y aún faltaban 25 minutos para el final.

Mario Nicasio Zanabria (técnico de Newell’s), Sergio Goycochea e Ignacio Astore (actual presidente de la entidad rojinegra y médico del plantel profesional en aquel momento) no tuvieron mejor idea que agotar los cambios y dejar al lesionado José Herrera en cancha para que salga en el momento indicado y que el árbitro Roberto Ruscio deba dar por finalizado el partido porque reglamentariamente tiene que haber siete jugadores en cancha. Ni se imaginaron como impactaría en la cultura popular este hecho…

La formación titular de Rosario Central que disputó el partido ese histórico 23 de noviembre de 1997.
Un baile infernal

Las causas por las cuales Newell’s decidió que el partido debía terminar antes de tiempo hay que buscarlas en el desarrollo del mismo y en la actitud artera de los jugadores de la Lepra que golpearon a sus colegas vestidos de azul y amarillo con alevosía porque se veían ampliamente superados en el trámite. A raíz de ello fueron expulsados Mariano Dalla Libera, Julio Zamora, Julio Saldaña y Claudio París quedando los rojinegros con apenas siete jugadores dentro del campo.

El desarrollo del partido no dejó lugar a dudas ya que fue escandalosamente favorable al Canalla desde el momento en que el Polillita Da Silva abrió el marcador a los dos minutos de juego y le simplificó todo. Omar Arnaldo Palma (tenía 39 años en ese momento) y Marcelo Carracedo manejaban los hilos del mediocampo y fueron desgastando la tibia e inútil resistencia leprosa tal como el agua horada una roca.

Los goles de Eduardo Coudet, Marcelo Carracedo y el Petaco Carbonari liquidaron el pleito ante un rival que sólo quería que el encuentro terminara lo más rápido posible ya que no podían sostener ni frenar el ritmo del Canalla sin apelar al juego brusco. El equipo de Miguel Ángel Russo sabía que tenía una oportunidad histórica para golear a Newell’s y no quería desaprovecharla pero no contó con la falta de valentía del rival para afrontar una situación difícil.

El Chacho Coudet le pega desde el borde del área y marca el segundo gol del encuentro. Ese día el Canalla pudo haber conseguido una goleada histórica si el partido se completaba.
Un final bochornoso

Mario Zanabria (ídolo de Newell’s porque marcó el gol que significo el primer título profesional de la Lepra en 1974) charló con Sergio Goycoechea y agotó las variantes dejando al uruguayo Jose Herrera dentro del campo de juego con una lesión que le impedía seguir jugando normalmente.

Los rojinegros estaban en inferioridad numérica ya que les habían expulsado a cuatro hombres y cualquier incidente como una nueva expulsión o una lesión obligaban a Roberto Ruscio a marcar la mitad de cancha y dar por concluido el partido.

Y eso sucedió cuando Ignacio Astore entró a la cancha para atender a Herrera y hacerle señas al banco que el uruguayo no podía seguir jugando en esas condiciones. La cantidad de material para el folclore futbolero de la ciudad que aportó este hecho es infinito ya que el clásico sufrió una vuelta de tuerca a raíz de estos sucesos.

La gente de Rosario Central recuerda la fecha todos los años (se conoce como el día del abandono) ya que este hecho no sucedió jamás en la historia del clásico y porque ese día Miguel Ángel Russo comenzó su interminable romance con la gente del Canalla. Y nadie, pero absolutamente nadie, imaginaba lo que finalmente sucedió: la rendición de un equipo de fútbol para que no le hagan más goles.

¡No va más! José Herrera se retira lesionado y Roberto Ruscio da por terminado el encuentro por inferioridad numérica de Newell’s Old Boys.

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By Gonzalo Ferrer

Periodista, especializado en rugby, fútbol y Fórmula 1. Fui el encargado de la ovalada en LV12 de Tucumán desde 1993 hasta 1996. Edité efectosuelo.com.ar, blog sobre Fórmula 1 desde el 2019 hasta el 2023. Cubrí la histórica gira de los Springboks por Argentina en 1993. Acompañé al seleccionado tucumano de rugby en su era de mayor esplendor. Predije la llegada de Lewis Hamilton a Ferrari. Maradoneano y ferrarista.

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